Venimos hablando en anteriores columnas sobre las múltiples maneras de estructurar patrimonios internacionales para asegurar una transmisión intergeneracional ordenada y eficiente, a la par de lograr protección de los activos con impacto fiscal genuinamente bajo o nulo.
Dentro de esas estructuras, resulta óptimo que existan lo que nos gusta llamar como “ángeles guardianes” de quien crea la estructura (tomando como ejemplo el caso del trust, el creador sería el “settlor”). Estos “ángeles” son quienes velan por los objetivos del creador durante (i) la vida de la estructura, (ii) la vida del creador y (iii) mucho más allá de ella también. Cuidan de los intereses del creador y se aseguran que sus propósitos al momento de crear la estructura seas cumplidos a lo largo del tiempo.
Dos “ángeles” fundamentales para estos propósitos son (i) el trust protector y (ii) el asesor financiero, que juegan un papel vital en la planificación estratégica y la implementación de mecanismos que salvaguarden el legado familiar. Ambas figuras deben ser de extrema confianza del creador, ya que son las encargadas de asegurar que las decisiones a tomar con relación a la estructura patrimonial se alineen con sus deseos y valores.
Un protector se designa para supervisar las acciones del trustee y asegurarse de que estas beneficien a los beneficiarios. Su función principal es garantizar que se cumplan tanto la letra como el espíritu del trust. Al decidir si nombrar a un protector y qué poderes otorgarle, es importante analizar cuidadosamente temas como la jurisdicción de residencia del protector, la radicación de los activos y la residencia fiscal del trust entre otros, para minimizar el riesgo de problemas impositivos o de reporte financiero.
Usualmente al protector se le otorgan diversas facultades de alta confianza y responsabilidad tales como arbitrar disputas entre el trustee y beneficiarios o entre beneficiarios, modificar el documento de constitución del trust para corregir errores o para considerar el impacto de nueva legislación fiscal, interpretar los términos del trust y asesorar al trustee y a sus beneficiarios, reemplazar al trustee, modificar la ley aplicable al trust, vetar o dirigir decisiones del trustee, demandar en nombre del trustee, entre varias otras que hacen al óptimo funcionamiento de la estructura según los fines para los que fue creada.
Por su parte, el asesor financiero proporciona orientación experta sobre la planificación y gestión de activos dentro de la estructura, ayudando a definir la estrategia de inversión adecuada y a seleccionar los instrumentos financieros más convenientes. Además, colabora con el trustee y otros profesionales, como abogados y contadores, para asegurar que las decisiones financieras sean armónicas y tengan en cuenta las regulaciones fiscales y legales de la jurisdicciones involucradas. Su conocimiento del mercado y de las necesidades de los beneficiarios le permite optimizar el rendimiento de los activos, así como facilitar la comunicación entre todas las partes involucradas, lo que contribuye a una administración financiera eficiente y alineada con los deseos del otorgante. Todo eso maximiza el valor del trust a lo largo del tiempo.
Además, el asesor financiero desempeña un papel clave en la educación de los beneficiarios sobre la administración de los activos del trust, asegurando que comprendan sus derechos y responsabilidades. Esto es especialmente importante en situaciones donde los beneficiarios son jóvenes o no tienen experiencia en la gestión de inversiones. Al proporcionar formación y recursos, el asesor ayuda a preparar a los beneficiarios para tomar decisiones informadas en el futuro.
Así, el protector, por un lado, tiene la responsabilidad de supervisar las acciones del fiduciario y garantizar que se actúe en el mejor interés de los beneficiarios, mientras que el asesor financiero, por el otro, se encarga de ofrecer orientación experta sobre la gestión de los activos, la optimización fiscal y la planificación de inversiones. La colaboración entre ambos “ángeles guardianes” no solo asegura la correcta administración del trust, sino que también establece un legado sólido y resiliente.
Al integrar la planificación financiera con la supervisión adecuada, las familias pueden enfrentar los desafíos del futuro con confianza, garantizando que su patrimonio y valores perduren a lo largo del tiempo. La confianza y la transparencia son elementos clave en esta relación, ya que cualquier desavenencia o falta de alineación en los objetivos podría comprometer la efectividad de la estructura y, por ende, el legado que se desea preservar.